El Taichi Chuan no exige grandes esfuerzos físicos. Lo puedes practicar siempre que quieras y en cualquier lugar. Y al acabar cada sesión te sentirás ligera, serena y con un ánimo emprendedor.
¿Qué es exactamente el Tai Chi?
El Tai Chi es una disciplina china muy antigua que forma parte de la filosofía taoísta. Tai Chi significa literalmente lo originario, lo primordial, lo absoluto. Es la madre del Ying y el Yang: los polos opuestos que sostienen el universo. El Ying y el Yang, según la filosofía taoísta, se reflejan en todas las cosas, en todas las personas: lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo, lo masculino y lo femenino, lo móvil y lo inmóvil. Lo que pretende el Tai Chi es conseguir el equilibrio entre esos dos polos.
Esa es la base filosófica. Por lo que respecta a la práctica, lo que hace el Tai Chi es ayudarte a aprovechar mejor tu energía vital (física y psíquica). Esto lo consigue mediante una suma de técnicas de respiración, posiciones corporales, movimientos (que se conocen como “la forma”) y meditación.
Aprende a respirar con el diafragma…
El Tai Chi también te enseña a respirar bien. Los maestros hablan del “tan tien”, centro de gravedad del cuerpo que estaría localizado debajo del ombligo. Los movimientos del Tai Chi hacen llegar el aire de la inspiración hasta ese punto, con lo cual el diafragma se activa, permitiendo una respiración plena y regular. Teresa Durán insiste en ese punto: “Un diafragma relajado cambia el tono muscular. Si al respirar el diafragma no se mueve, la capacidad pulmonar es mínima”.
… para vivir más tiempo y mejor
La mayoría de nosotros no utilizamos los cinco litros de capacidad que tienen nuestros pulmones. “Mucha gente respira solo con la parte de los conos superiores de los pulmones –explica Sebastián González-, y así entra menos oxígeno”.
Una buena respiración garantiza el buen funcionamiento de los órganos. Si mueves el diafragma al ritmo de la respiración, estarás provocando un movimiento en las costillas, en la columna y en todos los órganos, que actúa como un suave masaje y tiene efectos muy beneficiosos.
Gracias al Tai Chi, los procesos orgánicos (digestión, respiración, circulación) se llevan a cabo de manera más sana y plena, sin obstrucciones. Y eso contribuye, al parecer, a que vivamos más tiempo y mejor.
La explicación está en la relajación muscular: el organismo que no sufre estrés se conserva mucho mejor. Cuando el organismo está bien oxigenado, no se oxida, y las células, activas y bien nutridas, se reproducen mejor.
Un dato revelador al respecto: en china existe una región habitada por gente muy anciana que no padece enfermedades típicas de la vejez, como el desgaste mental (falta de riego sanguíneo en el cerebro que provoca pérdidas de memoria). La mayoría de ellos ha practicado Tai Chi durante buena parte de su vida.
Mejora tu equilibrio y estabilidad
El Tai Chi proporciona una agradable sensación de estabilidad y equilibrio, tanto física como emocionalmente. Al bajar la atención de tu respiración y tu centro de gravedad al “tan tien”, se suceden una serie de cambios sutiles e importantes.
Y la colocación de la pelvis es uno de ellos: “La pelvis cambia de lugar. En Tai Chi la pelvis rueda y dirige toda la energía corporal. Cuando das un paso, la pelvis dirige ese paso y el resto del cuerpo la sigue. Las piernas y los brazos hacen de sostén y de relación con el exterior”.
El Tai Chi activa tu circulación…
El estrés y la circulación sanguínea van estrechamente ligados. “Ante una situación de estrés, los vasos sanguíneos se contraen y ellos dificulta el riego sanguíneo. Por el contrario, cuando nos relajamos, también se relaja la tensión muscular, los vasos se dilatan y favorecemos un aumento del flujo sanguíneo”.
Con el Tai Chi también estamos facilitando la circulación de retorno, a través de un principio que se llama del lleno y del vacío.
Según este principio, el peso del cuerpo va cambiando constantemente de una pierna a otra. Y es gracias a la comprensión y la relajación muscular, que la circulación de tus piernas empieza a activarse.
… y te ayuda a bajar de peso
Si tu sobrepeso se debe a problemas con la digestión, el Tai Chi puede ayudarte a perder esos kilos que te sobran. Una vez más, la explicación está en la respiración diafragmática. En Estados Unidos y en Japón se han estudiado los efectos del Tai Chi y se ha descubierto que la respiración diafragmática ejerce un suave masaje sobre los intestinos. Y es este masaje el que hace aumentar los jugos gástricos y favorece la digestión.
El Tai Chi no solo te ayudará a adelgazar, sino que también te proporcionará más elasticidad y fuerza muscular que una gimnasia dinámica, aunque puede que tardes más tiempo en notarlo. Y eso es porque se trabaja de manera progresiva: se ha de practicar “la forma” diariamente, para notar los resultados al cabo de un tiempo. Esa es la razón por la que son más duraderos, porque tienen una base sólida.
¿Qué se hace en una clase?
Las sesiones de Tai Chi duran una hora y se hacen 2 o 3 días a la semana. Empiezas por un precalentamiento (que en China no se hace, pero es que el Tai Chi que se practica actualmente se ha secularizado). Después se hacen, durante 5 o 10 minutos, unos ejercicios de acondicionamiento o de iniciación al Tai Chi, conocidos como Chi Kung. Estos ejercicios son básicamente de respiración, y se distinguen de los de Tai Chi porque en ellos prácticamente no hay movimiento.
Después de esta primera fase, empiezas a trabajar lo que se conoce como “la forma”. La más básica y popular consta de una serie de 24 movimientos, que puedes aprender en un período de 4 o 5 meses, según tu dedicación. Después, puedes aprender otras “formas” con más movimientos.
Para finalizar la sesión, se suele poner en práctica alguna técnica de meditación que sirva para relajarte.
Consejos:
-Relaja tu mente, concentrándote en ti mismo y en el ritmo de tu respiración y de tus movimientos.
-Mantén la cabeza y el cuello erguidos, pero no rígidos (las posturas son siempre relajadas). La espalda se alinea y el peso del cuerpo descansa sobre la pelvis. Las rodillas se flexionan ligeramente, y los pies permanecen apoyados en el suelo, simbolizando tu vinculación con la tierra.
-Evita los movimientos bruscos y violentos, la facilidad y suavidad son fundamentales.
-Haz los movimientos a cámara lenta, sin urgencias, fijando tu atención en los movimientos. Así aprendes a distinguir donde tienes en cada momento el peso de tu cuerpo.
-Sustituye la fuerza por voluntad y concentración, prestando atención a tus movimientos.
-Descansa tu cuerpo en equilibrio estable, cargando el peso sobre una pierna, mientras se descarga la otra. Este desplazamiento del centro de gravedad se hace de modo continuo, sin comprometer el equilibrio.
-Coordina tus movimientos y no percibas ninguna acción por si sola: los brazos deben hallarse en consonancia con la postura de la columna vertebral y de la cabeza, pero también con el ritmo de la respiración y con el esfuerzo soportado por los pies.
-Describe siempre movimientos circulares, evitando las trayectorias en línea recta.
-Acompasa tu respiración con el movimiento, inhala al levantar los brazos y exhala al bajarlos…
Sebastián González