Meditación en movimiento con Tai Chi

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Éstas son algunas de las impresiones que se puede llevar cualquier observador que vea una clase de Tai-chi o a un grupo de practicantes en un parque, a primeras horas de la mañana.

Este ritmo especial es el opuesto al que lleva cualquier persona en la vida de cada día, de prisas, tensión, ruido, obsesiva concentración, de estrés, o de movimientos bruscos, una actitud cotidiana en nuestro mundo occidental. Quizá por ello el Tai-chi está seduciendo al hombre moderno como una alternativa a ese ritmo desenfrenado.

El Tai-chi es un arte marcial de origen chino, basado en conocimientos que integran el taoísmo, la medicina tradicional china, el Nei Gong o “alquimia interna” y técnicas propias de un arte marcial también conocido en otro tiempo por “El Arte de las 13 Técnicas”. Hoy en día el Tai-chi está tan extendido en todo el mundo que empieza a ser prescrito por médicos chinos y naturistas como suplemento a sus tratamientos. Su trasfondo filosófico, relacionado al taoísmo (filosofía naturista) lo convierte en una meditación en movimiento, una forma de sentir la vida más cercana al latir natural de las cosas.

Las 5 características del Tai Chi

Circularidad

El Tai-chi en todos los aspectos: en los movimientos, en los pasos hacia delante y hacia atrás, en todos los ángulos del cuerpo, en la postura redondeada del pecho, en la columna vertebral, en las palmas de las manos, en la colocación de los pies… La forma circular es la expresión presente de la naturaleza.

Continuidad

Todos los movimientos de las formas son como un río, fluidos y continuos: cuando uno termina, le sigue el siguiente. Algunos maestros lo asemejan al deshilachar de una madeja de seda: si tiramos continuamente del hilo, ésta se va devanando; si paramos y volvemos a tirar, el hilo se rompe. Por ello el movimiento debe ser continuo para el “hilo” el flujo de chi a través de los canales de energía- no se rompa o interrumpa.

Relajación

En Tai-chi, la relajación no significa carente de fuerza y de intención; el cuerpo debe tener una mínima expresión, tanto físicamente como en su actitud mental. Sin embargo, esta expresión física y mental debe ser relajada y en calma.

Propósito

El Tai-chi es una forma de meditación en la que mente y cuerpo trabajan unidos. Así como existen otras formas de meditación en las que el cuerpo adopta un nivel pasivo en el Tai-chi resulta clave. Debemos tener plena consciencia de la correcta colocación del cuerpo, de los cambios que se producen en el mismo, para que la mente abrace cada movimiento, evitando distracciones que dispersen la concentración mental.

Proyección de la energía

Según la Medicina Tradicional China, nuestro cuerpo este recorrido por canales, por los que circula la energía (chi), conectando los diferentes órganos corporales con el exterior. Durante la práctica del Tai-chi es muy importante visualizar como se mueve la energía por los canales, para que a través del movimiento y de nuestra mente, se active y se vea favorecida esta circulación energética.

 Unión de los contrarios

El Tai-chi es el símbolo de las fuerzas opuestas, pero a la vez complementarias del yin y el yang. Se desarrolla desde Wu Chi (sin forma) y es la madre del yin y el yang. “Cuando se mueve se divide y cuando se detiene, se reúne”, dicen los maestros de Tai-chi, haciendo referencia al concepto de cambio y transformación implícito a estas dos fuerzas opuestas y complementarias de lo alto y lo bajo, lo oscuro y lo luminoso, lo fuerte y lo suave, lo interno y lo externo, lo centrífugo y lo centrípeto. Todas estas cualidades están presentes en todas y cada una de las formas de la naturaleza, de cuyo equilibrio (tal y como dice la Medicina China) se derivará un estado de armonía o de salud.

Cuando un practicante de Tai-chi comienza una forma (tabla encadenada de movimientos), estos dos yin y yang se manifiestan, al estirarse y contraerse, al inspirar y exhalar, al abrirse y cerrarse, al cambiar los pesos de las piernas “de lleno a vacío”, al cambiar la actitud mental de pasiva a activa, y en todo un sinfín de pequeñas acciones que a través del movimiento correcto y adecuado se irán mezclando y combinando para armonizarse y dar como resultado quietud a través del movimiento para disipar así todo bloqueo, tensión o alteración mental y lograr que al finalizar la forma se reúnan los principios yin/yang, en un perfecto equilibrio.

En el taoísmo se dice que toda acción natural, no premeditada y espontánea, se denomina wu wei (no-acción). En el Tai-chi este principio está muy presente a través de los movimientos de las formas. Sin olvidar la estructura del movimiento y unos ciertos principios que aseguran su correcta ejecución, todos los movimientos deben ser realizados de esta manera natural y espontánea. Una vez se conoce el movimiento, este principio se puede entender, ya que su mecánica fue diseñada para vivirlo a través de las formas del Tai-chi, consiguiéndose así un acercamiento a los ciclos naturales y al movimiento espontáneo de la naturaleza.

Los principios del wu wei, del yin y el yang y otros más inherentes en este arte, permiten al practicante de Tai-chi irse acercando con el tiempo a un ritmo más pausado y calmado de la vida, que permite saborear cada minuto y cada instante, para saber vivir el momento presente, el aquí y ahora que muchas filosofías chinas resaltan, para obtener un momento de lucidez en esta vida desenfrenada.

Independientemente de la escuela de Tai-chi que se practique, los objetivos de equilibrar la mente, el cuerpo y la energía vital (chi) a través del movimiento, la respiración y la actitud mental, son comunes; lo único que las diferencia es la manera de interpretarlo. En el recuadro de la página anterior podemos ver las cinco características que conforman el denominador común de todas las escuelas de Tai-chi, los principios en los que se basan todas ellas: circularidad, continuidad, relajación, propósito y proyección de la energía.

 Los cinco requisitos

Además de las características básicas, el practicante de Tai-chi debe tener presentes cinco requisitos que describen como debe ser el movimiento del Tai-chi y su finalidad, para asegurarse los beneficios de esta práctica:

-Alineación de la columna vertebral, cuello y cabeza: La columna, el cuello y la cabeza deben estar perfectamente rectos, como si estuviesen suspendidos por un hilo. Incluso en ciertos movimientos de descenso y ascenso, esta alineación debe mantenerse.

-Hombros y codos caídos: En todos los movimientos, estas dos zonas deben estar caídas, para que la energía que circula por la columna pueda fluir por las extremidades y no quede colapsada en la espalda.

-Hundir el pecho: Este requisito de la colocación del cuerpo es muy importante para que la energía descienda a una zona vital del Tai-chi, llamada tan tien, situada a tres dedos por debajo del ombligo, centro de la energía (chi) y de la gravedad del cuerpo.

-Generar los movimientos desde la cintura: Los brazos y las piernas no se mueven separadamente: la cintura las conecta. El movimiento tiene su raíz en los pies, la cintura los dirige y se manifiesta en las manos; cuando los brazos carecen de energía, hay que buscar la causa en la cintura. Ésta es la importancia que tiene esta zona del cuerpo en todos los movimientos de Tai-chi.

-Distinguir el lleno del vacío de los pies: El lleno y el vacío indican el peso del cuerpo sobre una pierna o sobre otra. Cuando una pierna soporta todo el peso del cuerpo, se dice que está llena y la otra vacía. Esta distinción es muy importante para poder caminar en las formas, manteniendo un equilibrio y relajación en los pasos.

Siguiendo estas indicaciones o requerimientos, el ejercicio diario de Tai-chi reporta importantes beneficios físicos y psíquicos, pues reequilibra la energía corporal desde su fuente.

 Que necesitas para practicarlo

Un maestro importante en Tai-chi-chuan que abrió las puertas de este arte en Occidente, Chen Mang Ching, dijo: “Para ser un experto en Tai-chi hacen falta tres condiciones: constancia, paciencia y un buen maestro”.

La constancia: La constancia es otra de las condiciones importantes para ir progresando en el aprendizaje del Tai-chi. Muchas personas comienzan con mucho entusiasmo, practicando diariamente, pero al cabo de unos meses ese ritmo se ve alterado y sólo lo hacen ocasionalmente. Es mucho más efectivo comenzar con una práctica moderada, pero constante y regular, de 15 minutos diarios y , si se puede, aumentar en algo la dedicación.

La paciencia: La paciencia es una de las primeras condiciones que se pueden cultivar a través del Tai-chi y que el practicante debe aceptar. Los maestros hemos visto muchos estudiantes abandonar su aprendizaje al cabo de unos meses, al no poder obtener resultados y al no poder experimentar aquello que los maestros dicen. La experiencia y la obtención de resultados, es totalmente personal. Algunos notarán sus efectos al cabo de unos meses y sin embargo otros pueden tardar un año.

Un buen maestro: Quizá la más importante de las condiciones es tener un buen maestro o profesor. Se puede tener paciencia y constancia en la práctica del Tai-chi, pero los conocimientos del profesor pueden suponer un límite a los nuestros; por eso es tan importante que el maestro esté bien cualificado. El alumno será, con el tiempo, una proyección de su profesor (con sus características personales); si éste posee algún error, el alumno lo adquirirá.

El Tai-chi posee muchas facetas complementarias que son necesarias para avanzar y profundizar en el arte. La faceta terapéutica como gimnasia, la meditativa o espiritual y la marcial son las principales. Si tu profesor solo conoce una, solamente te podrá mostrar una de las caras del arte y no te podrá enseñar niveles más avanzados o profundos. Resulta conveniente dedicar pues un tiempo a asesorarse sobre el maestro que se va a elegir y preguntarnos, una vez lo hayamos conocido, si nos sentiremos a gusto siendo sus discípulos.

 Los beneficios del Taichi

Para la Medicina Tradicional China, el vehículo que conecta cuerpo y mente es el chi y el mecanismo externo que la regula es la respiración. En el Tai-chi, la respiración dirigida desde el abdomen o lo que se denomina el tan-tien, es la práctica que regula la energía. Cuando se realizan los ejercicios, a la vez que se centra la mente y se unifica con el cuerpo, se consigue un ejercicio completo en el que la energía, el cuerpo y la mente se mueven y regulan armónicamente, reajustando muchos procesos físicos y mentales de manera suave, pero constante y duradera.

Esta acción en la mente hace del Tai-chi una excelente técnica que trabaja en diferentes niveles de actuación:

-a nivel físico en el sistema circulatorio, osteoarticular y muscular y, por supuesto, en el sistema nervioso.

-a nivel energético regulando todos los tipos de chi existente en el cuerpo humano y que circulan por los meridianos y nutren todo el organismo.

-a nivel mental, en ciertos procesos de desequilibrio mental, como ansiedad, nerviosismo, estrés, falta de concentración, cambios de humor…

Así, el cuerpo, mente y energía se integran en la práctica del Tai-chi, reequilibrando el caos cotidiano y atendiendo lo que realmente importa: el presente. Con ello se recupera la calma y el sosiego que tan a menudo desaparecen y que tanto ansiamos recuperar.

 Sebastián González